viernes, 29 de abril de 2011

Clase de filosofía (Cáp. 02)

(re-subido con correcciones)

 

Con un sobresalto poco habitual se incorporó en la cama ¿Que había sido eso?

El reloj de la pared mostraba lo tarde que era, se había quedado completamente dormido, si no se daba prisa no tendría tiempo para desayunar antes de ir al colegio; apartó las sábanas y buscó sentarse en la cama; cuando de pronto, unos sonidos suaves llegaron a su oído.

Algo pequeño y colorado, parecido a un pequeño rubí, había caído al suelo y rodado hasta cerca de la pared.

Se levantó a buscarlo, cuando regresaba ensimismado descubrió que había varios más sobre la cama, 7 pequeñas piedritas de colores, con forma de gotas de agua, de un tamaño no mucho mayor; luego de mirarlas con desconcierto unos minutos las tomó apresuradamente, bajó por unas tostadas y una cocoa caliente; su mente daba vueltas sin sentido, eran las estrellas de sus sueños, pero, hasta ahora, los sueños eran sueños y nada más ¿Que había sucedido…?

 – ¿Qué tienes ahí? – interrogó su hermana frunciendo el ceño

No solía meterse en su vida, pero seguramente resultaba curioso verlo tratar de tomar las tostadas, y para untarlas con mermelada, cambiar aquellas piedritas de una mano a otra.

 – Oh, no es nada, sólo algo que encontré en mi cuarto – rápidamente las introdujo en el bolsillo de la camisa donde causarían menos inconvenientes

 – ¿Estás segura que son tuyas? Parecen caravanas – ciertamente lo parecían

 – Sólo es algo que encontré, no te preocupes, no son tuyas

 – ¿Y para quién son? – Se retractó – No es que me importe, sólo que, quizás la conozco.

Durante unos momentos la conversación se había disparado en alguna dirección desconocida y había quedado afuera del hilo ¿Que quería decir? De pronto se dio cuenta, como si un balde de agua fría le cayera en la espalda.

 – No son para nadie – tras la mirada escrutadora de su hermana se dio cuenta que no iba por buen camino – para un compañero – ella entornó los ojos confundida – me pidió que las comprara por él, para que no lo reconocieran en la tienda, ya sabes, le dio vergüenza – de esta manera dio por zanjada la discusión

 – Ya veo, pues Melany estará muy contenta – ¿Que sucedía? Nuevamente la charla se disparaba y no lograba seguirla

 – ¿Melany?

 – ¿No las compraste para Kyle? Seguramente se las dará a Melany, ella ha estado esperando que le hable, pero parece no darse cuenta de nada

 – ¿A si?

Esto era una noticia, sabía que a Kyle le gustaba Mel, pero no que el cariño fuera correspondido, debía decírselo en cuanto lo viera; quizás él tuviera la misma suerte alguno de estos días

 – Pues, espero que sean para ella, me cae simpática… – agregó cuando su hermana presionó el silencio

 – A ti no te gusta ¿Verdad? – esa habilidad de su hermana de hacer que se pusiera colorado era inigualable

Un sudor frío recorría la espalda del muchacho, es cierto que hace un año y medio le había gustado la amiga de su hermana, le llevaba dos años, podía verla en los recreos mientras charlaban, alguna vez se había acercado su hermana para hablar con él y ella lo había saludado, con más cariño del usual; pero desde principio del último curso sus pensamientos se habían dirigido hacia una compañera de grado; había olvidado todo lo demás.

 – No, claro que no me gusta – de momento descubrió que no era creíble en absoluto – quiero decir, me cae bien y sólo eso, ustedes son buenas amigas, la considero como una hermana ¿Contenta? – ciertamente, no se la veía muy convencida

 – Pero antes te gustaba – ¿Como podía saberlo?

Bueno, eran hermanos, son cosas que se descubren por sí mismas, él sabía cuándo a su hermanita le gustaba alguno de sus amigos, lo cual, inevitablemente lo ponía incómodo y trataba de deshacerse de sus visitas cuanto antes, era su cualidad de hermano protector, aunque le había costado varias desilusiones

 – Y a ella le gustabas tú… – Agregó rompiendo la reciente tranquilidad de Dylan

La cocina quedó en silencio, eso era más de lo que quería saber, como había llegado la conversación a ese punto y… de haberlo sabido antes… lo hecho, hecho está…

 – Pero como nunca la invitaste a salir; decidió pensar en alguien más. Me parece que Kyle fue una buena opción, él es simpático – finalizó el tema

 – ¿Y a ti no te gusta él? – Sabía que no, pero quería vengarse por el apuro que le había hecho pasar hace unos minutos

 – No, tampoco te diré cuál de tus amigos me gusta.

¿Como lograba hacer eso? Había intentado atraparla y cayó en su juego; se moría por la curiosidad de descubrir quién pretendía a su hermana

Pese a llevarle dos años, ella sabía dominarlo de alguna manera, siempre lo había logrado, eso le ponía realmente furioso.

 – ¿De quién estás hablando? – trató de sonar amable, no estuvo seguro de conseguirlo

 – No te lo diré, eso es cosa mía; a ti no te pregunté como se llama la chica que te gusta ¿O no? – acentuando su mirada de suficiencia agregó – eso que sé que comparten la asignatura de filosofía

¿Como era posible? Había tenido cuidado de actuar absolutamente normal siempre, en clases y en su casa, solo su mejor amigo Kyle sospechaba al respecto ¿Como podía saberlo su hermana? ¿Quién más lo sabría? Ella debió ver la confusión en sus ojos

 – Es por tú letra, tú cuaderno de filosofía de este año está más prolijo de lo habitual, no sueles prestar atención en esa asignatura… te es muy sencilla ¿A que sí? Sin embargo, has tenido la dedicación en buscar las mejores notas ¿Por qué sería si no hay alguien que quieres impresionar? Fue muy sencillo, has tenido suerte que mamá no se enterara

 – ¿Qué no me enterara de qué? – María había escuchado el final de la charla y se mostraba muy interesada

 – Nada mamá, Kyle ha sacado un excelente en una prueba y no te ha querido decir nada

 – ¿Y por qué no me lo dirías? – Levantó los hombros con un gesto de poca importancia, la cuestión se dejó de lado – en fin, dense prisa que pronto pasará el micro – diciendo esto salió por la puerta de dónde venía cargando unas cuantas tostadas y una taza de café

 – Gracias Sophye – murmuró por lo bajo

 – No es nada, son cosas tuyas ¿No? Además, tú hubieras hecho lo mismo –no contestó

No estaba seguro de si lo hubiera ocultado o no. Hizo un gesto con la mirada al reloj y apuró su cocoa, su hermana ya había terminado, estaba dejando el plato y la tasa en la bacha de la cocina

 – Llegaremos tarde – haciendo un silencio y mirando la camisa de su hermano agrega – ¿No me los muestras?

 – Quizás a la vuelta – respondió comprendiendo con dificultad

 – ¿No se lo darías hoy?

 – Quizás no, aún me falta algo, un collar a juego

 – Podría ayudarte a elegirlo

 – No es necesario, sé cual será, solo tengo que ir a buscarlo al salir de clases

 – Está bien – aunque no se mostraba muy contenta – deberías meterte la camisa o te retará el director

¿Como lograba siempre lo mismo? Suerte que eran hermanos; constantemente lograba ponerlo en ridículo, pero tenía la delicadeza de no hacerlo en público, a menos que la hubiera hecho enfadar, claro; con cuidado se arregló el uniforme y tomando su mochila salió junto a ella

No le extrañaba que le gustara a tantos chicos; era bonita, tenía un buen cuerpo para sus 15 años, el pelo rubio le caía hasta mitad de la cintura, con una suave ondulación, haciendo un agradable contraste con sus ojos negros y profundos o su piel clara; siempre le extrañaba no haberla pillado ya con novio. Sabía esconderlo muy bien o simplemente era muy pretenciosa; esto último no le extrañaría en lo más mínimo, aunque no debía descontar que ella podía engañarlo con facilidad, eso siempre le preocupaba.

Cuando alguien los veía por primera vez no creía que fueran hermanos, aunque ciertamente los rasgos del rostro tenían similitudes, los ojos de Dylan eran claros, de un extraño celeste, cambiaban con sus estados de ánimo, algo que le jugaba muy en contra al hablar con Sophye, su cabello era más bien oscuro, aunque tenía unos agradables reflejos castaños que crecían con naturalidad; su piel era más morena por los partidos que jugaba al sol en la plaza con sus compañeros; le llevaba, al menos, medio pie de altura a su hermana; pero el afecto que se tenían es lo que confundía a la mayoría, se cuidaban y agradaban uno al otro, lo cual, era terriblemente inusual entre los hermanos, como le recalcaba su mejor amigo Kyle en cada ocasión que observaba su buena relación…

 – “Eso es extraño, deberían pelearse de vez en cuando, por lo menos alguna mentira o una discusión ¿Es que no le ocultas nada a tú hermana?”

Siempre era lo mismo, solo porque él y su hermana se llevaban cinco años y eran como agua y fuego, un odio mortal; pero en el fondo, muy en el fondo, se querían, pero eso no podía decírselo o se molestaría, ya lo había intentado.

El viaje fue más corto de lo previsto, ensimismado en la charla que tuvo con su hermana y mientras su cabeza giraba de regreso a las piedritas que ocultaba en su bolsillo.

Al bajar del micro Kyle lo estaba esperando; el día de hoy lucía un peinado de lo más extraño, algo estilo punk, pero de Kyle podía esperarse cualquier cosa; recordó que le gustaba a Mel y debería hacérselo saber delicadamente; no era muy bueno para eso, pero ya encontraría la manera.

Antes de entrar a clases ya estaba al tanto del nuevo juego de computadora que su amigo había obtenido, un regalo de su padre en el extranjero; estaba invitado a probarlo al finalizar las asignaturas de ese día.

 – Claro que iré – musitó entusiasmado, esos juegos siempre eran mejores que los que su pequeño ordenador podía correr – a menos que me muera de un ataque cardíaco, claro…

 – Eso no sería muy difícil, hoy entramos a filosofía y quizás se te pare el corazón – sabía muy bien por qué lo decía

Compartían la asignatura con Catherine; ella siempre lograba provocar una reacción en él muy difícil de controlar, riendo recordó la charla con su hermana

 – Sentémonos al final de la clase, tengo algo importante que decirte, será mejor no hacernos oír – añadió Dylan recordando sus metas

 – ¿Estás seguro? Cat nunca se sienta después de la segunda fila

 – No seas tonto – aunque era cierto, siempre buscaba estar al frente y cerca de Cathye – lo que debo decir es importante

 – Vale, no me des explicaciones, acerquémonos al salón…

Uno minutos después entraban junto con el resto de la clase y se dirigían al final del aula, rápidamente se arrepintió de esta decisión; Florencia, una chica con pecas, delgada y de lentes que ocultaban dos bonitos ojos negros, se había sentado tras él; le tenía una repulsión natural, más allá de su apariencia, todos sabían que Flor estaba prendada por él, la evitaba queda vez que podía hacerlo; no estaba muy seguro por qué, no es que no fuera atractiva, tenía sus encantos, era entusiasta, razonablemente inteligente y tenía a otros tres compañeros de curso tras ella, pero algo en su mirada provocaba que se le erizaran los pelos de la nuca.

Además, ya se había sentado ella cerca en otras ocasiones, podría jurar que decía sus pensamientos en voz alta, cosas como “me está mirando” o “hoy se sentó junto a mí”, ciertamente no le hacia la menor gracia. Hoy difícilmente sería la excepción.

La clase empezó y Cathye fue de las primeras en abrir sus libros y tomar apuntes de lo que el profesor comentaba, era muy buena en la materia hasta donde sabía, sin embargo, nunca destacaba demasiado; pese a ser una buena compañera no tenía demasiadas amigas, siempre había sido un tema de interés para él y su amigo

 – “Quizás es odiosa cuando la conoces, o tiene costumbres raras, como ser amigable con su hermana – solía decirle su buen amigo”

La verdad es que no lo aparentaba, ciertamente no conocía a nadie que pudiera decirle algo sobre su familia, simplemente era muy reservada… y bonita.

En cuanto los murmullos habituales de la clase comenzaron hacerse oír con las frecuentes intervenciones de Cathye y otros compañeros, Kyle cuestionó:

 – ¿Que era eso tan importante que debías decirme? – Ahora que ya no tenía salida, no estaba tan seguro de que debiera comentarlo

 – A ti te gusta Mel ¿No? – murmuró por la comisura de los labios mientras lo veía sonrojarse completamente

El final del aula solía ser un lugar seguro para charlas relativamente privadas, pero las cuestiones de romances siempre lograban fugarse, sin importar donde fueran comentadas

 – ¿Por qué lo preguntas?

Era obvio, quería huir a la respuesta para evitar comentarios, su cabeza se giraba en todas direcciones buscando algún posible curioso

 – Es importante, yo creo que sí, pero necesito estar seguro – un dejo de amargura surcó su mirada

 – ¿La viste con alguien más? ¿Está saliendo con algún chico? Tú hermana la vio con alguien ¿Verdad? – repuso más nervioso

 – No preguntes. Solo dime – levantó un poco la voz – ¿Te gusta o no?

Definitivamente debería haber guardado la compostura un poco más, esta frase fue dicha con demasiado volumen, ahora tres o cuatro rostros escuchaban atentamente la conversación

 – ¿Por qué no se meten en sus asuntos? – murmuró un poco irritado para salvar del apuro a su compañero, quién se estaba poniendo como un tomate muy maduro.

Ambos juzgaron oportuno mantenerse en silencio unos cuantos minutos hasta que la atención regresara otra vez a las palabras un tanto monótonas del profesor; tiempo que Dylan contempló como él pelo de Cat se meneaba al levantar la mano para responder las intrincadas preguntas; afortunadamente, había hilvanado suficiente información como para saber la respuesta y el profesor lo eligió enseguida

 – Yo creo que lo importante no es la respuesta, sino el hecho de formularse la pregunta; es más significativo preguntarse si uno tiene la capacidad de amar que decir “Que bien, soy capaz de amar, pero ¿Amo?”.

El profesor lo miró sorprendido, sus respuestas siempre inspiraban el mismo efecto, quizás se debiera a que recién había notado su presencia al final del aula, o al hecho de que seguramente lo había observado conversar hace unos momentos con su compañero y que aun así hubiera estado prestando atención, lo que no era del todo cierto; sin embargo, dio por perfectamente valida la respuesta y continuó con la clase.

Lo más importante fue la mirada perdida de Cathye buscando quién había dado ese resultado, seguramente, con intención de contradecirlo como se suele hacer en la clase de filosofía, estableciendo divertidos debates que se llevan toda la hora, pero al verle allí tan seguro de mí mismo como podía estarlo, se quedó callada mirándole unos pocos segundos, podría jurar que la oyó decir “Pensé que había faltado”, antes que un atractivo color sonrosado tiñera sus mejillas y volviera a mirar al profesor, había desviado la temática al amor después de la muerte…

Fueron unos cuantos segundos en que creyó hallarse en medio del vacío, aunque los murmullos de su entorno eran innegables; de pronto, una segunda voz lo distrajo, se oía distante… reconoció a Flor.

 – “La respuesta de Dylan fue fantástica… ¿Porque Cat lo miró de esa manera…? Seguro que le gusta, me parece que a Dylan le gustó que lo mirara; me preguntó si…”

 – ¿De qué hablas? – quiso saber girándose sobre su asiento

 – Nada, solo… no hacía nada – completamente confundida cambió una expresión de sorpresa por otra de susto

 – Vamos, te oí decir algo sobre Cat ¿De que estabas hablando? – se la veía ruborizarse, la pregunta era en un tono de voz moderado, pero uno o dos compañeros ya le habían prestado atención.

 – Yo no – de pronto su cara se ensombreció – no he dicho nada, te lo juro – y agregó pensando para si  – “Es como si hubiera escuchado lo que pensaba, pero es imposible”

 – No es imposible si dices lo que piensas, mientras hables en voz alta podré escucharte – una mirada fría lo atravesó de lado a lado

Flor lo observaba con miedo y odio, con suspicacia y triunfo, no podía creer que él fuera capaz de… de leer la mente…

 – Vamos, no digas estupideces – agregó un poco enfadado, logrando que más personas voltearan – no puedo leer… mejor dicho, oír nada que no digas, pero mientras susurres todos sabremos lo que piensas…

 – Dylan – está vez era Kyle quién le llamaba la atención – voltea, el profesor tendrá que castigarte – rápidamente vio como él maestro lo miraba y se interrumpía… mientras narraba sobre la vida del más allá.

 – Es que… estaba hablando sobre Cat – murmuró a su compañero

 – No lo creo, estuve pendiente de lo que decían, por si nos había escuchado – agregó apresuradamente, viendo que no era conveniente delatarse escuchando conversaciones que no le concernían, peor aún, de su amigo – pero ella no dijo nada sobre Cat, en realidad, tú fuiste él primero que habló

 – Vamos ¿No oíste que comento algo sobre cómo me miraba? Luego algo de que no debía haberla escuchado

 – Créeme, no dijo nada de eso – añadió con una inclinación de la cabeza, simulando que sacaba apuntes mientras el profesor lo miraba – si lo hubiera hecho… la habría oído.

Eso era cierto, Dylan lo sabía, Kyle tenía un muy buen oído, solía ser el primero en enterarse de las conversaciones que se llevaban a cabo en la clase, aunque estuviera en la otra esquina del salón, es más, muchas veces dedicaba sus buenas notas en alguna prueba a que un compañero en particular murmuraba los resultados; aunque Dylan nunca lo hubiera escuchado.

Lo había comprobado por sí mismo en una ocasión, lo había visitado en su casa, estando en su cuarto escuchando música a todo volumen, como solía hacerlo, de pronto, se había quedado congelado, con una murada de asombro, se había dirigido a él

 – Voy a tener otra hermana

Se había devanado los sesos pensando por qué lo había guardado hasta ese momento, más aún, el hecho de que él se hallara tan sorprendido al decirlo; cuando de pronto, habían entrado sus padres a la habitación, con su hermana alzada, radiantes de alegría, luego de bajar el volumen del equipo abrasaron a su hijo, comentando que él doctor había llamado para confirmar que pronto tendría una nueva hermanita; a partir de esa vez, sin saber por qué, confió ciegamente en su buen oído, hasta ahora nunca lo había defraudado; aun así, había tenido una charla completa con Flor, y Kyle lo negaba; quizás fuera para evitar que se distrajera; se sintió decepcionado…

 – En relación a lo que hablábamos…

 – ¿Sobre Flor?

 – No, sobre – hizo un gran esfuerzo para decirlo – sobre Mel –estaba claro, había querido interrumpir la charla para retomar el tema

 – Si, me decías – y está vez se cuidó de bajar la voz todo lo que pudo – ¿Te gusta o no?

 – Pues es bonita, eso sí, me cae bien – la sangre subía a sus mejillas y parecían brillar radiantes de felicidad y vergüenza –Ella sale con alguien más ¿Verdad?

 – No, de eso se trata, creo que le gustas

Definitivamente estas palabras le cayeron como un balde de agua fría, su primera reacción fue mirarlo como si estuviera loco o algo así, luego dejó escapar un sonido más fuerte de lo que hubiera deseado

 – ¿Que?

 – ¿Tiene alguna objeción contra mi opinión? – Interrogó el profesor – si es así, estaremos encantados de oírla

 – No, solo pensaba… pensaba que… – definitivamente no tenía sus oídos puestos en lo que el profesor había estado comentando, Dylan no podía arriesgarse a soplarle una respuesta bajo la mirada inquisitiva del profesor, y de Cathye, había aprovechado la oportunidad para voltearse y mirarlos

 – Estuvo en desacuerdo cuando le sugería que la proyección del amor no estaba limitada a la vida, que la muerte podía considerarse en sí misma una expresión de amor – comentó como si hubiera hablado sobre eso durante una hora

El efecto fue bueno, desconcertó al profesor el tiempo suficiente para que Kyle pensara en algo, por lo menos, a Dylan si lo había escuchado

 – Yo no creí que fuera una muestra de amor la gente que se mata para demostrar lo que siente, me pareció tonto

Había logrado hilvanar una respuesta, pese a ello, convenció al profesor y lo dejó pasar; por otro lado, la clase no estuvo de acuerdo, aprovechó la oportunidad para discutir el tema, eso les quitó varios minutos de clases y debieron intervenir forzosamente, por suerte, Cathye y Dylan estuvieron de acuerdo.

El recreo terminó el debate, desfavoreciendo la opinión de Kyle, quién se lo había tomado a pecho, como si realmente hubiera sido una idea organizada y con fundamentos, en realidad ni siquiera cuadraba con el planteamiento del profesor, pero mejor así.

 – No sé por qué no me apoyaste en mi idea – agregó al salir del salón – pero gracias por salvarme de esa

 – Si te hubiera apoyado, no hubiera creído que la idea era tuya ¿O sí? – con él ánimo un poco más elevado se dirigieron al patio, una vez allí le increpó

 – ¿De dónde sacaste lo de Mel? – la pregunta no era del todo inesperada, como buenos amigos no tuvo dudas de contar la verdad.

 – Mi hermana creyó que habías comprado unos aros para ella, me dijo que estaría encantada

 – ¿Que? ¿Y de dónde sacó la idea de que había comprado unos aros?

 – En realidad, yo los tenía y…

 – ¿Usas aros? – se detuvo en seco y lo escrutó con la mirada

 – No, claro que no; eran unas pequeñas piedritas que encontré en mi cama – seguía sin comprender, eso fue evidente – ¿Ves? – le mostró unas cuantas que llevaba en el bolsillo – estas, no sé de dónde salieron – su mano se estiraba para tomar una, la apartó al tiempo, devolviéndolas a la seguridad de su camisa

 – ¿De dónde dices que las has sacado?

 – De mi cama, pero no sé cómo llegaron allí

 – ¿Con que eso escondías en el bolsillo?

 – ¿Qué quieres decir?

 – No lo sé, me había parecido que me ocultabas algo, creí que tendrías una carta para mi o algo así, algo que… ya sabes.

 – No, lo siento; pero ahora que me lo recuerdas ¿Por qué no me defendiste mientras discutía con Flor? – esperaba que se excusara diciendo no quería problemas o que quería hablar de algo más importante, pero su respuesta le heló la sangre

 – Porque solo tú discutías con Flor, ella estaba callada y no te decía nada, sé que no te agrada, pero no es para que te la agarres así con ella, la pobre no sabía de qué le estabas hablando.

 – ¿Realmente no escuchaste lo que dijo sobre Cathye?

 – Nada en absoluto, el único que la mencionó fuiste tú, realmente no me lo esperaba, no delante de la clase que te escuchaba.

 – Creo que pierdes tu buen oído amigo mío

 – No creo que sea así; escuché cuando le murmuró a esta chica rubia…

 – ¿Virginia?

 – Si, a esa, como te había escuchado hablando de ella, Virginia respondió que seguramente te gustaba

 – ¿Eso dijo? – de momento parecía que la discusión había sido una verdadera locura – ¿Como pudiste escuchar a Cat y Virginia y no a Flor que estaba a tú lado?

 – Y te lo dije colega, Flor no dijo nada de nada

La campana que finaliza el receso tocó por fin, los murmullos y la agitación para regresar a las aulas se hizo presente en todos los pasillos, ya se encaminaban a la próxima asignatura, Literatura, cuando alguien lo llamó por detrás.

 – Hey… Dylan – se volteó, más aprisa de lo debido, golpeó a Kyle en el hombro

 – Lo siento – Murmuró rápidamente, luego se dirigió a Catherine – ¿Que sucede?

 – El profesor Marcus me dijo que podíamos hacer el trabajo de Filosofía juntos, si no te molesta, tienen que ser por parejas, yo pensé que… – era evidente que no sabía cómo terminar la frase – a menos que ya pensaras en alguien más, claro – mirándolo a los ojos se puso colorada, guardó silencio – claro que… si ustedes lo van a hacer juntos… yo podría hacerlo con Virginia, este...bien… disculpa que te halla molestado – sin decir más entró tras unos alumnos del primer curso

 – No – respondió elevando la voz sobre los pasos de los alumnos y Catherine se dio vuelta

 – Si, eso supuse, bueno, que consigan una buena calificación – avergonzada se mezcló con los alumnos, Dylan tubo que correr para alcanzarla, esquivando a sus compañeros he ignorado a Stevens que lo saludaba de un pasillo junto al bebedero

 – No – Dijo jadeando llegando a  su lado, mientras respiraba con dificultad veía como se ponía colorada, él seguramente lo disimulada debido a la agitación de la pequeña carrera – quiero decir, aún no hemos formado una grupo, quiero decir, aún no tengo pareja – está vez la sangre subía a sus mejillas, no creyó que pudiera disimularlo de ninguna manera…

 – ¿Qué quieres decir? – indagó completamente colorada y nerviosa, como si tuviera urgencia por entrar a clases

 – Que me encantaría ser tú pareja – unos segundos de silencio incómodos se apoderaron del pasillo, incluso los de cursos anteriores prestaron atención a la inusual escena – para el trabajo de filosofía, quiero decir, a menos que…

-         Me encantaría – dijo con una sonrisa tímida

Parecía que no estaba segura de haber conseguido lo que quería, quizás su intención era que le hubiera dicho que no, un pequeño vacío de hundió en su estómago.

– Te importaría quedarte después de clases para comenzar, hoy no habrá mucha gente en la biblioteca. –añadió entrelazando los dedos en sus manos

 – Si, claro – que ya tuviera pensada la reunión de la biblioteca lo desconcertó, pero convirtió el vacío en unas inquietas mariposas… de colores – no vemos entonces al salir… para él trabajo de estudio, claro – rectificó antes de que las cosas se salieran de control nuevamente

 – Me parece bien, nos vemos – con una sonrisa de oreja a oreja se alejó

Fue en ese momento que escuchó su voz retumbando en los pasillos, como un grito contenido: “Me ha dicho que si”… cuando se volteó para buscarla había desaparecido en el salón en que debía encontrarse.

Cuando Kyle se acercó, aún se encontraba aturdido

– Oye galán, mejor nos damos prisas o llegaremos tarde, luego me cuentas que ha pasado ¿Vale?

Las palabras le llegaron como un eco ¿Luego? ¿Luego cuando fuera a su casa a jugar en el ordenador el nuevo juego? lo había olvidado por completo

 – Creo que no podré ir hoy a tú casa – se disculpó, lamentándolo ciertamente

 – ¿Han quedado en salir o algo así?

 – Debemos hacer el trabajo de Filosofía, quiere reunirse hoy en la biblioteca

 – ¿No íbamos a hacer ese trabajo juntos? – Detalle que se le había escapado por la emoción

 – ¿He? No hay problema, en casa ya lo tengo en un borrador… terminado – llevaba ya dos días en el cajón de la mesita de luz – puedo dártelo para que lo entregues con tú nombre, nosotros haremos otro.

 – De lo que es capaz el amor – está frase le valió un buen coscorrón – ya basta, ya basta, entremos antes que nos pongan la inasistencia.

En medio de los murmullos pasaron casi inadvertidos, pero la profesora los reprendió por la demora, en ese momento Dylan pensaba en otra cosa y ni se enteró que sucedía.

El resto de las asignaturas pasaron con tranquilidad, tenía la mente ocupada en escribir anotaciones bastante comprometedoras en él margen de las hojas, lo que llevó a que al fin de clases tuviera que pedir la carpeta de su compañero para sacar los apuntes y tirar los propios, rotos en pequeños trozos, solo por las dudas. Sabía no era conveniente, Kyle era muy habilidoso a la hora de resumir, tanto que usualmente tres renglones eran toda una hora de materia, en estas ocasión no era diferente…

5 comentarios:

  1. Qe super qe esta este libro, cada ves quiero leer mas!!! porfavor subi la siguiente parte!!! =)=)=)=)=)=)

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    1. ya esta subida, me alegra muchisimo que te halla gustado, espeor que te entretengan, hasta el decimo capitulo ya esta subido

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  2. Siiii yo tambien estoy re ansioso, la historia esta emocionante!!!

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